domingo, 1 de septiembre de 2013

Capítulo 14. Confía en mí


[Narra Irene] : 

Cuando acabé de ducharme, me vestí y me maquillé. Elegí este vestido para ir a cenar con Harry, ya que él me dijo que me invitaba a cenar en algún restaurante de la ciudad: 


Cogí mi monedero y mi móvil y los metí dentro de mi bolso. Salí de mi habitación y cerré la puerta. Me encaminé hacia las escaleras con cuidado para que no se dieran cuenta de que ya estaba preparada, pero el ruido de los tacones provocó que diversas personas me observasen. Bajé despacio esas escaleras, y abajo estaban Gema, Lizzie y Harry charlando, pero Harry dejó de prestarles atención a ellas y levantó ligeramente la cabeza para contemplarme. 
-¡Estás preciosa! -me dijo una vez que yo ya estaba abajo con ellos. 
-Gracias, Harry. -me sonrojé y acto seguido le di un fugaz beso en los labios. -¿Nos vamos? 
-¡Claro! 
-¿Adónde os vais? -nos preguntó Lizzie inquisitiva. 
-A cenar. -le respondió Harry con una leve sonrisa. 
-Pero, ¿adónde exactamente? -insistió una vez más. 
-Harry me va a llevar a un restaurante que se come genial, ¿a qué sí? -le contesté esta vez yo, y miré a Harry esperando una respuesta, y él asintió seguro con la cabeza. 
-Pasadlo bien. -nos dijo Gema cuando cerré la puerta de mi casa. Fuimos caminando hacia el restaurante porque tampoco estaba tan lejos, y durante el camino, él me hacía preguntas de mis gustos y aficiones, y luego se las hacía yo. 

[Narra Gema] :

-¿Y ahora qué hacemos? -me preguntó Lizzie. Estábamos de pie, abajo de la escalera. 
-Pues, no lo sé, Lizzie. -me encaminé hacia el salón y me tiré en el sofá de golpe, y ella me siguió y me imitó. 
-¿Has llamado a Liam para quedar con él? 
-No, ¿y tú has llamado a Niall? 
-No. -lo negó con la cabeza. -Es que hemos quedado en que me llamará él. 
-¿Y vas a esperar a que te llame? 
-No sé si voy a esperar, pero tengo que hacerlo. -afirmó segura de sí misma. -¿Qué te parece si llamas a Liam y quedáis ambos y os vais a dar una vuelta? -le propuse mi idea. 
-¿Y tú qué? ¿Te quedas sola en casa? 
-Está Belén y Celia, así que por eso no te preocupes. -la tranquilicé. 
-No sé, Lizz. -le dije con cierta incertidumbre. 
-Llámalo. -me dijo. -Total, ¿qué te va a ocurrir si lo llamas? Que no esté, que no quiera hablar contigo, que no quiera quedar más veces contigo... 
-Vale, vale. -le dije para que parase de hablar. -Lo llamaré. -cogí mi móvil y busqué su número. Lo marqué con miedo y esperé unos segundos antes de escuchar su voz. 

-¿Sí? ¿Diga? -me contestó él con un suave hilito de voz. 
-¿Liam? Soy yo, Gema. Quizá no te acordarás de mí... -y él me interrumpió. 
-¡Gema! -me dijo contento. -¡Claro que me acuerdo de ti! 
-¿De verdad? -me sorprendí. 
-¡Claro! -asintió. -Hemos estado juntos muchas veces, contigo y con tus amigas. -afirmó con un tono de voz alegre. -¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas? ¿Estás bien? -se preocupó. 
-¡Sí, sí! Estoy bien, ¿y tú? -y Lizzie me hacía señas por detrás para que le preguntara si podía quedar conmigo, pero no le hice caso y me metí en una habitación contigua y cerré la puerta para que no me molestase.
-También. -asintió seguro. -¿Y qué me cuentas? 
-Pues que en realidad te llamaba para quedar contigo. Sé que es un poco precipitado llamarte tan pronto, pero mis amigas me han insistido en que te llame, -no le dije quién me insistió para que lo llamase porque no me atrevía. -y te he llamado. ¿Te viene bien quedar hoy o mejor otro día? -le pregunté con miedo. 
-¡Claro que me viene bien quedar hoy! -me respondió alegre. -Te paso a buscar yo, ¿vale? -y asentí. -¿A qué hora te viene bien? 
-Me da igual, ¿y a ti? 
-Pues, quedamos a las 21:30, ¿vale? -y asentí. -¡Hasta luego! -se despidió y yo también, y colgamos al unísono. Salí de la habitación rápidamente para buscar a Lizzie, quería que me ayudase a arreglarme y a ponerme guapa. La encontré fuera, en el porche, mirando la puesta de sol. Me acerqué a ella y me senté a su lado. 
-¿Me ayudas a arreglarme? -le pedí educadamente y con una ligera sonrisa. Ella dejó de observar el paisaje y la puesta de sol para mirarme solamente a mí. 
-¿De verdad? -me miró sorprendida. 
-De verdad. -asentí convencida. 
-Pues entonces levántate, que tenemos mucho que hacer. -y acto seguido se levantó del banco de un brinco y me agarró del brazo para llevarme a la habitación. Estuvimos mirando diferentes prendas de ropa hasta que Lizzie dio con la apropiada. -Pruébate esto. -me dio un vestido corto para que me lo probase. Entré en el baño y me lo puse. Cuando salí con él puesto, ella me miró de arriba abajo y estuvo meditando algo durante unos breves minutos. -Te queda genial. -me hizo un cumplido. -Voy a buscarte un bolso mío fabuloso para la ocasión. -salió de la habitación y se dirigió a buscar su bolso. Me puse enfrente de un espejo y me miré de arriba abajo, tal como hizo Lizzie hace unos minutos, la verdad es que me quedaba muy bien. Ella volvió cinco minutos después con el bolso en una mano y me lo entregó. -Con este bolso te quedará bien el vestido. 
-Gracias, Lizzie. -le agradecí. -Eres una buena amiga. -y ella se ruborizó ante mi comentario. 
-Venga, ponte los zapatos, que te tengo que maquillar todavía. -me dijo ignorando mi comentario, pero lo había oído perfectamente. Me los puse y estuve dando un paseo por todo el pasillo con los zapatos de tacón y el vestido puestos para no caerme, tenía que andar recta y sin tropezar con nada. -Venga, Gema, date prisa. ¿A qué hora has quedado con Liam? 
-A las 21:30. 
-Pues, ven, que te maquillo, que dentro de un rato viene a buscarte, ¿no? -y yo asentí convencida. Me senté en una silla mientras Lizzie me ponía colorete en mis rosadas mejillas, y me ponía rímel en mis pestañas, y para acabar me pintó los labios de color rosa. -Ya estás. -me dijo dándome la mano para que me pusiera de pie y me mirase en el espejo. Me di la vuelta y observé el resultado final en el espejo.


-¿Qué te parece? -me preguntó porque quería saber mi opinión. 
-Eres una buena estilista. -la elogié diciéndole la verdad y lo qué pensaba realmente de ella. 
-Gracias. -me dijo ruborizada. -Ya estás lista. -me empujó hacia fuera de la habitación. 
-¡Eh! No me eches de mi habitación, Lizzie. -le dije refunfuñando. 
-No te quejes y baja, que en seguida llega Liam. -me cerró la puerta, quedándose ella dentro. Acto seguido bajé las escaleras y una vez abajo salí de casa para esperarlo en el porche. Me senté en el sitio dónde estaba antes sentada Lizzie y decidí esperar a que llegara. En diez minutos vi un cabello moreno bajarse de un coche y supuse que sería él, y no me equivoqué. Se acercó hacia mí lentamente, y cuando me vio, me sonrió con timidez y bajó la cabeza al suelo. 
-¡Vaya! -suspiró. -Estás muy guapa. -me dijo honesto. 
-Gracias, Liam. -le agradecí sonrojada. 
-¿Adónde quieres ir? -me preguntó levantando la cabeza para mirarme con gran atención. 
-Si quieres vamos a dar un paseo, ¿qué te parece? 
-¡Estupendo! -afirmó seguro de sí mismo y me dejó pasar y me abrió la puerta del copiloto para que entrara y luego la cerró, y después abrió la suya y entró en el coche, y después de cerrar todas las puertas arrancó el coche, y con ello, se encendió la radio, ya que antes de que me viniera a buscar, Liam estaba escuchando la radio en el coche y no la había apagado. Empezó a tararear la canción que sonaba en ese momento y yo le miraba embobada. 
No me di cuenta de que ya habíamos llegado a un parque para dar un paseo porque la forma en la que cantaba Liam las canciones me dejaba completamente embelesada. 
-Ya hemos llegado. -me dijo él bajándose de su coche y él se dirigió hacia la puerta por la que tendría que salir y me la abrió como un buen caballero. 
-Gracias. -salí del coche y él cerró la puerta. 
Fuimos caminando por el parque en silencio, ya que ninguno de los dos no sabíamos qué decir, pero decidí romper ese incómodo silencio. -Se está muy bien aquí, respirando aire fresco. -le dije extendiendo mis brazos y cerrando los ojos. 
-¿Qué haces, Gema? -me preguntó desconcertado y alzando una ceja. 
-Estoy sintiendo el aire puro en mi cara. Noto el aire de nuestro alrededor. Ya verás. Cierra los ojos y notarás el aire del que te estoy hablando, y si te quedas callado puedes escuchar el canto de los pájaros e incluso puedes oír varias conversaciones de personas ajenas. -y acto seguido él cerro los ojos y yo hice lo mismo. Estuvimos así callados durante diez minutos. 
-¡Qué divertido! -abrió los ojos, y yo también, y me sonrió. -Nunca había pensado que si cierras los ojos y te callas durante un buen rato oyes diferentes cosas.
-Pues sí. -asentí y me dirigí a un banco para sentarme. Él me siguió y se sentó a mi lado. 
-Ahora me toca a mí enseñarte algo. -me miró de reojo. -Ponte de pie. -me ordenó y yo dejé el bolso en el banco, y me levanté. Él se levantó también y se puso enfrente de mí. -Ahora cierra los ojos. -y los cerré de forma instantánea, y luego, él se colocó detrás de mí. -Déjate caer. 
-¿Qué dices, Liam? -le pregunté sorprendida. -Estás loco, que me puedo hacer daño. 
-Confía en mí. -y me dejé caer de espaldas hacia él y él me cogió. -Te dije que no te harías daño. Yo cumplo mis promesas. -y me di la vuelta y abrí los ojos. Estábamos ambos enfrente, mirándonos a los ojos tranquilamente. Él se acercó más a mí y rozó su nariz con la mía, me estaba dando un beso de esquimal.-Mira, así es como besan los esquimales. -me sonrió. 
-¿Y cómo besan los famosos? Es que nunca he besado a ninguno. -me atreví a formular esa pregunta y luego me arrepentí de haberlo hecho, pero Liam se me adelantó y me dio un largo beso en los labios, un beso repleto de amor, ternura, cariño y dulzura. Luego se separó de mí y me miró atentamente a los ojos. 
-Pues ahora ya has besado a un famoso. -y me quedé muda, no sabía que contestarle. -¿Gema? ¿Estás ahí?-me hizo aspavientos con las manos. 
-¿Eh? ¡Sí, sí! -reaccioné al fin. 
-¿Qué te ha parecido? -me miró risueño. 
-Emmm... -balbuceé. 
-Supongo que estarás un poco confusa ahora, y lo mejor será es que te lleve a casa. -se dirigió hacia su coche y yo le seguí cabizbaja. No me abrió la puerta, ya que esta vez la abrí yo. Fuimos durante todo el trayecto callados y sin decir ni una sola palabra. Llegó en media hora a la casa de Irene y bajé del coche. Subí las escaleras de la entrada lentamente, pero Liam bajó la ventanilla de su coche. 
-¡Gema! -me llamó y yo me giré inmediatamente. -Cuando te aclares llámame, ¿vale? -y no sabía qué decirle, y me di la vuelta y entré en la casa de Irene, y cuando ya estaba dentro, cerré la puerta rápidamente para no ver a Liam marcharse. 

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